Millones de toneladas de desechos tecnológicos, conocidos también como e-basura, se generan cada año en el mundo, sin que los gobiernos, fabricantes o usuarios tengan idea de qué hacer con ellos.
“El futuro ya nos alcanzó en el 2010, sin que estemos preparados para subirnos al tren de la tecnología, y sin saber qué hacer con sus desperdicios, que crecen a un ritmo acelerado”, señaló Lucía Andrade Barrenechea, académica de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la UNAM, y especialista en informática administrativa.
Según un reporte de la Convención de Basilea, tratado internacional que se encarga del comercio mundial de los residuos tóxicos, entre 50 y 80 por ciento de los desechos electrónicos recolectados en Estados Unidos para el reciclaje, termina en alguna nación asiática, donde algunos de sus componentes se venden y otros, que son contaminantes, van a parar a ríos y campos.
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